El otro mundial de Brasil

Ya quedan pocos meses para que se celebre el mundial de fútbol en Brasil, brindando una gran alegría a un país donde los festejos ya no son tan recurrentes, ya que su economía continúa desacelerándose, lo que se refleja en el crecimiento del último trimestre, que cayó 0.5%. Además, la tasa de interés se ha elevado a 10%, la inflación sigue cerca del 6%, el Gobierno presenta un déficit estructural, e incluso, hay una probabilidad de que pierda algún notch en su clasificación de riesgo. Adicionalmente, empresas como OGX, emblema del despegar de Brasil, han entrado en problemas de cesación de pago. Todo ello nos lleva a preguntarnos: ¿Qué ha pasado en Brasil?, ¿Es posible que esto se revierta?, ¿Qué implicancias tiene para Chile?

Haciendo un poco de historia, la economía brasilera se estabilizó en la década de los 90 bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Después, tras un período de hiperinflación, se le dio mayor autonomía al Banco Central para actuar, se desarrollaron una serie de programas anti pobreza para disminuir la desigualdad, y se privatizaron una serie de compañías. Estos cambios micro y macro económicos fueron cosechados en el gobierno de Lula Da Silva, quien con el apoyo del alto precio de los commodities, aumentó el crédito a través de los BNDES (Banco Nacional de Desarrollo) y acrecentó el consumo. Lo anterior permitió que Brasil pudiese sortear la crisis de Lehman sin problemas, así como conseguir crecer un 7.5% durante el año 2010.

Sin embargo, el Gobierno de Dilma no ha sido capaz de sostener este crecimiento, pues en el 2011, Brasil creció un 2.7%, en el 2012 un 0.9%, y finalmente, se proyecta un crecimiento para el 2013 de 2.5%. A esto se ha sumado un descontento social de la creciente clase media, lo que ha conllevado a que el apoyo por la jefatura de Dilma disminuya a un 38%.

Parte del ajuste del crecimiento de los últimos años se explica por un menor precio de los commodities y por una economía que venía sobrecalentada. No obstante, hay una serie de problemas internos que limitan el crecimiento potencial del país de la samba, y que, todavía, no se han resuelto. En primer lugar, Dilma ha mermado la credibilidad en el Banco Central, y también, ha incrementado las restricciones para nuevas inversiones (lo que, a su vez, ha ahuyentado a nuevos inversionistas). A esto, se suma el alto nivel de impuestos al sector privado y una baja inversión en infraestructura (1.5% del PIB v/s 3.8% del PIB promedio mundial). Con ello, y a modo de ejemplo, el número de días para iniciar un negocio en Brasil es de 119, mientras que en los países de la OECD es sólo de 12 días, y si además, observamos el precio para exportar / importar un container, éste es sustancialmente mayor al costo por container, del resto de países latinoamericanos. Conjuntamente, el gasto público (38.5% del PIB) se orienta en mayor medida al tema de pensiones, en tanto la Administración Central presenta un déficit estructural a pesar del alto nivel de impuestos. Asimismo, se suma, un aumento importante de préstamos, de menor calidad crediticia, entregado por los bancos estatales lo que podría generar un problema financiero. 

Para recuperar el crecimiento de la economía, el Gobierno de Dilma debe comenzar a redibujar el gasto público, aumentando la inversión en infraestructura y rediseñando el gasto en pensiones.

En segundo lugar, debe atraer la inversión, haciendo al mercado más competitivo (por ejemplo: disminuyendo las tarifas a importaciones) y estableciendo políticas claras. Por último, debe reducir y simplificar el sistema de impuestos, y mejorar las leyes laborales. Todo esto, ad portas, de las elecciones presidenciales del 2014.

El impacto para Chile en el caso de haber una rebaja de rating no sería positivo, por una salida importante de flujos de capital de la región, lo que afectaría al tipo de cambio. También las empresas chilenas más ligadas al mercado brasilero están sufriendo el estancamiento de la economía y la depreciación del real.

De no haber cambios sustanciales a nivel microeconómico y reformas estructurales, va ser difícil ver a Brasil creciendo sobre el 2.5%. Es más, dada la debilidad del país y el posible efecto en las economías emergentes, producto de tapering en EE.UU., es mejor esperar a ver si Brasil se sube al carro mundial del crecimiento, antes de comenzar a invertir en este mercado.

Fuente:Nicolas besa - Economia y Negocios – 13712/2013

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