El negocio del tráfico de drogas en las favelas de Brasil

La imaginación popular normalmente tiene una imagen simplista del “negocio” que controla más de 1.000 favelas en Rio de Janeiro. Por lo general la gente asume que se trata simplemente de jóvenes que llevan una bolsa de droga en una mano y un AK-47 en la otra. Pero no es así.

Durante el tiempo en el cual lideré la ocupación a los complejos de favelas Alemão y Penha, pasé mucho tiempo estudiando el negocio del narcotráfico en los morros de Rio. Además de mi vida como nativo de Rio de Janeiro, tenía mis observaciones personales en el lugar, había leído una gran cantidad de textos científicos, y entrevisté a subordinados, sociólogos, residentes locales, policías, informantes, traficantes, extraficantes y exconvictos. Mi intención era comprender mejor la dinámica del narcotráfico para combatirlo de manera exitosa.

Tradicionalmente conocida como la Empresa, la compra y venta de drogas en las favelas es un Negocio con “N” mayúscula, que a su vez forma parte de algo mucho más grande. Las principales facciones del crimen organizado en Rio de Janeiro tienen sistemas similares de gestión; buscan adaptar los procesos más exitosos de empresas tradicionales; y, en la medida de lo posible, explotan las lagunas en el derecho y en la cultura de la sociedad. Siempre buscan la eficiencia.

Por lo general tienen una jerarquía rígida, con liderazgo claramente definido y un gran respeto por las órdenes impartidas por los líderes que se encuentran en prisión. Un ejemplo de esto fue cuando se desató una ola de ataques violentos en Rio de Janeiro en noviembre de 2010, lo cual culminó en la ocupación del complejo Alemão por parte del Ejército de Brasil.

Normalmente se adopta una de las favelas más grandes y más redituables bajo el control de la facción criminal como una especie de sede y las otras comunidades pasan a ser como franquicias. En este escenario, armas, provisiones de drogas, y los llamados “soldados” para los narcotraficantes pueden ser parte de la ayuda brindada entre los participantes o sus socios (en las comunidades).

Normalmente estas facciones tienen conexiones institucionales con otros socios con quienes comparten un interés común, ya sea permanente o temporal. Por lo general prefieren mantenerse discretos, enviando más facturas y no llamando la atención pública hacia ellos, para evitar que el estado realice operaciones policiales en su contra para satisfacer el clamor popular. Los socios en estas conexiones pueden incluir a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), otras facciones criminales (locales o internacionales), partidos políticos, organizaciones terroristas, y organizaciones no gubernamentales (ONG).

Cuanto más redituable es el negocio de la droga en las favelas, más grande es la estructura de la Empresa. El proceso de gestión utilizado por estas estructuras por lo general es el mismo que el de facciones criminales rivales. Los principales factores a la hora de decidir cómo estructurar el negocio usualmente son la geografía de la favela y el elemento humano.

No pretendemos que nuestro trabajo termine aquí; debemos continuar ayudando a la gente a darse cuenta totalmente de qué es lo que está sucediendo en este ambiente donde solamente podemos ver la punta del iceberg. Durante nuestra investigación, logramos identificar varios procesos que, para mantener la eficiencia y continuidad de las operaciones, necesitarían determinadas estructuras en funcionamiento. Podemos visualizar estructuras que incluyen personal, seguridad, logística, tercerización de servicios y comercialización de drogas, entre otros.

Personal

A cada “capo de favela”, como al CEO de cualquier otra empresa, le gusta estar rodeado de personas de confianza competentes en el desempeño de sus tareas. El tráfico de drogas en las favelas funciona como una escuela de negocios que regularmente acepta “estudiantes” de 6 o 7 años. Con el paso de los años, trabajan en diferentes puestos y adquieren una noción más integral del negocio. Este grupo de personas de confianza por lo general funciona como personal del líder local.

Un contador se encarga de supervisar las actividades. No es raro encontrar profesionales especializados con un título universitario en economía o contabilidad trabajando en este sector. Una peculiaridad es que este segmento por lo general no usa bancos. Apilan efectivo y metales preciosos en agujeros con falsos compartimentos en ubicaciones estratégicas en el interior de la comunidad bajo su comando.

Este es uno de los motivos que incita a las facciones criminales rivales a invadir y conquistar una favela. Del mismo modo, integrantes corruptos de las fuerzas de seguridad aprovechan las operaciones de incursión para saquear dichos tesoros. Este es uno de los principales motivos por los cuales las facciones criminales muchas veces cuentan con armamento pesado, para protegerse de la invasión.

Los contadores también supervisan otras actividades lucrativas. Uno de los procesos de administración que desarrollaron que más me llamó la atención fue la diversificación de las fuentes de ingreso de los narcotraficantes. El suministro de gas, agua, televisión por cable y transporte (mototaxis, camionetas y camiones de envíos) usualmente son monopolios de los capos de favela. Cuando este no es el caso, quienes legalmente brindan esos servicios deben abonar una tarifa periódicamente para que su negocio pueda funcionar. Naturalmente, la tarifa es obligatoria. Recuerdo un par de experiencias en las cuales solicitamos a empresas externas que nos brindaran dichos servicios en el interior, y todas nos dijeron que no estaban autorizadas a realizar servicios en esa área.

Entre el personal es común encontrar abogados y/o asesores legales muy bien remunerados que trabajan para impedir o dificultar arrestos, guiar las declaraciones, o liderar negociaciones. Por lo general son personas con conexiones estratégicas que no se quedan en el interior de la comunidad, pero que dan su número de teléfono y están disponibles las 24 horas del día.

Podemos apreciar que siempre hay una especie de sección de compras y adquisiciones, principalmente parar armas y drogas. Esta es una actividad logística que está directamente vinculada con la supervisión del suministro de drogas, armas y municiones. La diversificación del proceso de adquisición y las fuentes de abastecimiento está orientada a garantizar la continuidad de las operaciones, dado que el negocio implica una actividad de muy alto riesgo.

También podemos identificar personas que trabajan en los roles de asesores de comunicaciones sociales u operaciones psicológicas. El objetivo es conseguir el apoyo de la comunidad, reclutar más personas para trabajar dentro del sistema, y desmoralizar a las fuerzas de seguridad y facciones rivales.

Para aumentar la aceptación de la organización en la comunidad y reclutar voluntarios, las organizaciones realizan actividades populistas donde los “capos de favela” intentan presentarse como benefactores de la comunidad, distribuyendo medicamentos, materiales de construcción y alimentos.

Otra actividad es patrocinar bailes funk y fiestas tradicionales, como las fiestas de Navidad o Pascua. En estos eventos y dentro de las comunidades, es común escuchar letras de funk en apología al tráfico de droga y sexo explícito. Normalmente, las organizaciones contratan gente para desarrollar este género musical, que se ha convertido en una especie de carta de presentacion para varias comunidades. También es muy común encontrar artistas famosos, deportistas, bandas, cantantes y compañías de danza participando en estas fiestas.

Esta guerra de publicidad se ha expandido a internet de diversas formas, incluyendo las redes sociales. Videos que hacen apología al narcotráfico son editados con audio e imágenes de policías recibiendo disparos, ejecuciones de traidores, y la facción fraternizando mientras los miembros permanecen armados. Un ejemplo de esto es la serie “Iraque de Janeiro” en YouTube, publicada en 2011.

El grafiteo en los muros de la comunidad también refuerza la popularidad de los líderes e indica qué facción criminal domina el área en ese momento. La falta de control gubernamental sobre las ONG también implica una peligrosa cantidad de influencia y legitimiza actividades y personas involucradas con el delito y actividades ilícitas. A veces incluso alcanza el nivel de las conexiones políticas y la elección de aliados de los narcotraficantes.

Alguien muy importante en el personal es el encargado de sobornar a integrantes del gobierno que pudieran provocarle problemas a la Empresa. Este delicado y silencioso proceso por lo general se produce ofreciendo favores personales y dinero a la policía, políticos, informantes, autoridades judiciales y otros miembros del sistema. Cuando estos procedimientos no funcionan, comienzan a aplicar presión a través de amenazas a dichas personas o sus familias, hasta que se rinden o renuncian a su cargo.

La preocupación por la seguridad es una de las actividades más notorias en el negocio y, normalmente, el “capo de favela” delega esta responsabilidad a su empleado de mayor confianza.

Comando de Seguridad de Área

El comandante de esta actividad es una persona que posee la absoluta confianza del “capo de la favela”. Normalmente, este “comandante” planifica rutas de escape de áreas pertenecientes a facciones rivales. En principio, una favela tiene dos sistemas diferentes que van de la mano: Vigilancia/Alerta y Fuerza de Respuesta. Los nombres pueden variar, peo esta es la estructura más común.

Normalmente, adolescentes y niños no armados son los encargados de realizar la vigilancia, ubicados en sitios estratégicos con una vista privilegiada para supervisar el acceso a la comunidad. Son conocidos como "observadores" o "halcones", dependiendo del lugar. Sus métodos de comunicación pueden variar. Para mandar un mensaje o activar una alarma, utilizan métodos antiguos y rudimentarios como mensajeros, bengalas o cometas coloridas que se arrojan al aire.

Con teléfonos inteligentes, los narcotraficantes envían mensajes de texto, de voz o imágenes. Mientras tanto, el uso de radios multicanal continúa siendo el método más común de comunicación porque es el más económico —solamente se necesita recargar las pilas.

Esta actividad en apoyo al sistema de vigilancia es comúnmente el punto de entrada para quienes son reclutados y el comienzo de una carrera dentro de la estructura del narcotráfico. De hecho, los niños comienzan como mensajeros o como responsables de recargar y entregar las baterías para las radios y los teléfonos inteligentes. Solamente después de demostrar eficiencia y compromiso se les encomendarán otras tareas en la estructura de vigilancia. La mayoría de ellos sueñan con cambiar sus radios por armas. Por lo tanto, algunos de estos jóvenes temporalmente interrumpen sus “carreras” para unirse a las Fuerzas Armadas, con la perspectiva de recibir entrenamiento militar y luego unirse a las filas de las unidades armadas.

Los soldados, para los traficantes, tienen cierto glamour dentro de la comunidad. El símbolo de estatus es el arma de fuego, que se exhibe en forma ostentosa en la calle y en los bailes funk. Cuanto más alto sea el calibre del arma, más alta es la posición dentro de la jerarquía. Esta posición por lo general se adquiere a través de la amistad, confianza y servicios brindados a la estructura. Estos delincuentes reciben buenos sueldos, causan temor y son buscados por una gran cantidad de mujeres jóvenes que buscan regalos y estatus. Esta simbiosis termina siendo uno de los mayores incentivos parar reclutar a jóvenes carenciados. El pago para los miembros de esta estructura por lo general es un monto fijo y se abona semanalmente.

Básicamente, el trabajo de los soldados consiste en proteger a las favelas de la invasión de facciones rivales y de las operaciones policiales. Cuando no pueden hacerlo, deben ser capaces de enlentecer al enemigo de manera tal que el líder y su personal puedan escapar a través de las rutas de escape que fueron identificadas y planificadas con antelación. Los vigías deben activar la alarma a tiempo para que la Fuerza de Respuesta sea efectiva.

Centro de producción

Dependiendo de la seguridad y el tamaño de la favela, esta actividad se puede concentrar en una o más instalaciones. Cuando llegan varios tipos de drogas a las comunidades, no están listas para la venta. Antes de su llegada, son transportadas de varias formas, por ejemplo en tabletas compactas resistentes al agua. La vigilancia de la provisión de droga también es una actividad altamente sensible. Solamente una tableta de PBC (pasta base de cocaína) de un kilogramo cuesta alrededor de US$1.500 en Rio de Janeiro, y el margen de ganancia es de alrededor de 900 por ciento.

La siguiente etapa es procesar las drogas diluyéndolas, mezclándolas con otros componentes y empaquetándolas de acuerdo a la cantidad a vender. Las personas que trabajan en esta actividad son elegidas por su confiabilidad, y están acostumbradas a someterse a rigurosos controles al entrar y salir de sus puestos de trabajo.

En algunos lugares, para aumentar la productividad y reducir los desechos, se procesa una droga cada día de la semana. Por ejemplo, los lunes y miércoles, se trabaja cocaína; los martes, marihuana; y así sucesivamente. Las drogas más populares son la cocaína, la marihuana, el hachís y el éxtasis. Cuando es posible, evitan vender crack porque los clientes se deterioran demasiado rápido.

Otro procedimiento utilizado en algunas de las estructuras es instalar equipamiento de cocina. Utilizando ese equipamiento, los empleados no necesitan salir de sus puestos de trabajo para almorzar, lo cual mejora la supervisión. El centro de producción generalmente emplea a un número significativo de personas a las cuales se les paga de acuerdo a su producción. Muchos de ellos trabajan con máscaras y guantes para evitar la intoxicación.

Tráfico de drogas

Por lo general, hay un “Gerente General” para el área que designa a un gerente para cada droga. A su vez, cada droga tiene un vendedor por cada punto de precio. Por ejemplo, una persona solamente vende 15 paquetes de cocaína en polvo a 15 reales brasileños (US$3,84) y otra persona solamente vende cinco paquetes de cocaína en polvo a 5 reales (US$1,28), etc. Existen rigurosos controles, y la competencia entre vendedores es feroz, ya que todos trabajan a comisión y entregan sus cuentas de manera regular. De esta forma, puede haber más de un vendedor y más de una droga bombardeando a los adictos cuando llegan a los puntos de venta. El número de puntos de venta también depende del tamaño, geografía y seguridad de la comunidad.

También existen los llamados hombres “adinerados”. Estos intermediarios por lo general son personas que tienen acceso privilegiado a lugares frecuentados por aquellos con poder adquisitivo alto pero que no están dispuestos a ir a las favelas para comprar sus drogas. Estos sitios pueden ser colegios, universidades, salas VIP en eventos de gran magnitud, condominios de lujo y otros sitios similares.

Actividades tercerizadas

Existe una variedad de servicios que son necesarios para que el negocio funcione correctamente, pero pueden realizarse por personas fuera de la estructura de la organización que perciben una buena remuneración por su trabajo. Por ejemplo, la gente que trabaja en un punto de venta de drogas con su gerente, vendedores, vigías, y soldados que trabajan en seguridad necesitan apoyo logístico. La comida la puede proveer el restaurante o bar más cercano o una ama de casa local, dependiendo de la conveniencia. Del mismo modo, la existencia de baños para satisfacer las necesidades fisiológicas también puede ser un servicio pago. Existen otras necesidades, como recargar las baterías de radios y teléfonos inteligentes. El transporte es otra actividad que puede hacer que conductores de mototaxis busquen clientes a la entrada de la comunidad, entregando drogas, mensajes o incluso transportando a un integrante del sistema.
Conclusión
El negocio del narcotráfico en las favelas tiene una estructura de pirámide con una jerarquía rígida dentro de varias estructuras. Para obtener mayor eficiencia, las organizaciones utilizan varios procesos adaptados de empresas lícitas con formas de gestión que son específicas para cada organización. Los reclutadores encuentran un universo de candidatos lleno de recursos humanos que están carenciados, en pésimas condiciones y que operan en un ambiente donde la ética es relativa, de manera tal que lo que importa es la lealtad a la facción criminal o a su líder.


Fuente: 31/12/2015 – Dialogo

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Autor: David Gasull – Asesor experto en comercio exterior y estrategias de internacionalización

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